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 HERMANDAD OBRERA DE ACCIÓN CATÓLICA (Madrid)

 

 

I. INTRODUCCIÓN


En el año 1946, los Obispos españoles encargaron a Guillermo Rovirosa la creación de un movimiento de Acción Católica que asumiera la tarea evangelizadora dentro del mundo obrero. Rovirosa, que había vivido en muy pocos años una profunda experiencia de conversión a Cristo, que presidió el comité obrero de la fábrica en que trabajaba y que fue encarcelado al terminar la Guerra Civil a causa de ello, había conocido muy de cerca la profundidad del Mensaje Cristiano, las aspiraciones del mundo obrero y, en la cárcel, a los militantes obreros privados de libertad por desear justicia.

Ello le llevó a escribir y manifestar que «A Cristo le reconocemos con la ropa de obrero, con las manos encallecidas, con la frente sudorosa, cansado del trabajo…» y así vivió el Obrero de Nazaret que sería el germen que dio origen al encuentro entre la Iglesia y el mundo obrero.

Pero el Obrero de Nazaret implicaba una nueva concepción del hombre, del trabajo, de la lucha, de la Fe, de la Iglesia y de la tarea evangelizadora. El Obrero de Nazaret era una auténtica revolución como lo había sido su nacimiento en Belén y como lo ha sido cada vez que a lo largo de la historia un hombre o una mujer se han decidido a seguirle en plenitud.

 

 

II. UN NUEVO PROYECTO EVANGELIZADOR


Desde esta experiencia matriz, que no es otra que la experiencia de la Fe de la Iglesia vivida desde los oprimidos y explotados, surge un proyecto evangelizador nuevo y dinámico que no busca «convertir» a los obreros, sino hacerlos personas libres y conscientes para que puedan responder con libertad a la llamada que Dios hace permanentemente a todos los hombres.

 

·           La dignidad de la persona

Este proyecto evangelizador parte de una premisa fundamental: lo primero, lo único, lo verdaderamente importante es la persona y a ella todo tiene que estar subordinado.

 

Hay que recuperar la dignidad de ser persona para que pueda desarrollarse todo el proyecto de libertad que ella es. Dignidad que no viene dada por la profesión, la ideología, las creencias, el privilegio o el poder; sino que nace del hecho de ser hijos de Dios y hermanos de Jesucristo y, por lo tanto, hermanos de toda la Humanidad; llamados a construir la justicia que Dios quiere y vocacionados, por ello, a desplegar todas las potencialidades que están en germen en nuestro ser. Todo lo que se oponga a ello, más aún, todo lo que no favorezca este desarrollo de la persona, debe ser transformado.

 

·           La dignidad de ser obrero

¿Cómo reconocer esta primacía de la persona cuando se le niegan sus derechos fundamentales y se la utiliza como un instrumento de producción? De la respuesta a esta pregunta surge una nueva concepción del trabajo y de la persona que lo realiza. El trabajo no es un medio para generar riqueza, tampoco es la actividad que nos permite obtener lo necesario para vivir; antes que nada, el trabajo es el medio que el hombre utiliza para continuar la actividad creadora de Dios imprimiendo en todo sus señas de identidad; es la participación, consciente y responsable, en la construcción y recreación de un mundo puesto por Dios en nuestras manos para construir el gran proyecto de libertad que nace de su voluntad. Mediante el trabajo el hombre se relaciona con la naturaleza y con todos los hombres y estas relaciones deben ser de comunión y solidaridad para poder construir la justicia que es la esencia del Reino de Dios. Así concebido, el trabajo tiene una dimensión personalista y personalizante que lo sitúa como la actividad humanizadora por excelencia para todos los hombres y la naturaleza.

 

Sin embargo, en nuestra sociedad el ser obrero sitúa a la persona en el corazón mismo del nacimiento de la injusticia, el mismo lugar que eligió Jesucristo para encarnarse en el mundo y vivir y anunciar su Mensaje de Salvación.

 

·           Una teoría de la acción

Con todo, no basta con que la HOAC reconozca esta prioridad de la persona y del trabajo. Se trata de que el mundo obrero se reconozca a sí mismo desde esas claves, asumiendo el proyecto humanizador que implican, y ello sólo es posible desde una praxis coherente con estos principios, que es lo mismo que decir que desde una praxis coherente con la Fe.

 

La teoría de la acción que la HOAC aporta, la praxis coherente con estos principios, es un proceso pedagógico de la Fe que abarca:

 

a)     La encarnación

 

La encarnación en los ambientes y en los tajos concretos. La encarnación es un proceso que lleva a la persona a descubrir y asumir la historia, los planteamientos, las aspiraciones, las condiciones de vida y de trabajo, las organizaciones y las luchas del mundo obrero; es hacerse igual a todos para iniciar con ellos el camino de «mi» conversión desde «su» conversión.

 

b)     La amistad

 

Este proceso de encarnación en la realidad tiene un segundo momento de mayor profundidad: la encarnación en las personas concretas, en los compañeros de trabajo, organización o barrio. Descubrirlos en sí mismos, compartir aspiraciones e inquietudes, acompañarlos en las vicisitudes de cada día, cultivar, en fin, una amistad profunda no condicionada por intereses, creencias o ideologías, sin esperar a cambio nada que no sea el enriquecimiento mutuo que suponen las relaciones personales.

 

c)      La concienciación

 

De este encuentro con las personas y la realidad, nace la conciencia que hace a las personas protagonistas de sus destinos. Descubrir la realidad y a la persona dentro de ella; descubrir los mecanismos de dominación, opresión, alienación, explotación y empobrecimiento que los hombres hemos construido para hacer razonable el poder y el privilegio de unos pocos; descubrirse subordinado por esta realidad de injusticia y compartir esta conciencia con otros para poder liberarse, constituye la tarea fundamental del proceso de concienciación.

 

d)     La autogestión

 

Pero la concienciación exige la autogestión. No se trata de transmitir saberes, sino de adentrarse junto a otros por la aventura de la vida de una manera consciente para descubrir qué nos pasa, por qué nos pasa, qué podemos hacer para evitarlo y hacerlo de manera que nuestro quehacer se convierta en el punto de inicio de una reflexión permanente entre teoría y praxis, entre conocimiento y quehacer liberador.

 

e)     La comunión

 

La comunión aparece como el fruto maduro de este proceso evangelizador, porque la concienciación adquiere toda su plenitud cuando la persona, además de compartir su realidad, aspiraciones e inquietudes, decide compartirse ella misma; cuando comprende que es miembro de un cuerpo, pero que no es todo el cuerpo, y se pone al servicio de él porque es la manera de que su existencia recobre todo el sentido para el que ha sido creada. Así, la libertad del otro es la propia libertad, la justicia del otro es la propia justicia, y la felicidad del otro es la propia felicidad. Hemos situado al otro en el centro de nuestra existencia para que todos seamos el principio y fin de todo cuanto existe.

 

f)        La sensibilidad

 

Fundamento de todo el proceso en coherencia con cada uno de sus pasos, subyace una nueva sensibilidad que comprende el mal que hay en el mundo como fruto del egoísmo, la explotación y la inmoralidad que son las raíces de todo materialismo, y que contrapone a ello la afirmación de Dios -contra todo egoísmo-, la afirmación del carácter sagrado de la persona humana contra toda explotación y la afirmación del carácter trascendente de la moral -frente a toda moral subjetiva-. Que tiene una esperanza, el Reino de Dios; una finalidad, que todos seamos uno; y un impulso, el amor como motor esencial de la vida humana. Y que precisa de un hombre nuevo capaz de cultivar y vivir la pobreza, la humildad y el sacrificio, para generar en él esta nueva sensibilidad y romper las cadenas que le atan al sistema, enfrentándose a él en su corazón.

 

g)     Una praxis política totalizadora

 

Se genera así un compromiso, una praxis política – en el sentido más profundo de la palabra – que podemos llamar totalizadora y abarca tres campos de actuación: la acción sobre la propia persona y sobre todas las personas que, al mismo tiempo que sufre y padece la injusticia, la genera con sus valores, actitudes y prácticas porque reproducen el sistema que las está oprimiendo. La acción sobre los ambientes, porque en su «mente colectiva» se reproducen y amplían los mecanismos de injusticia y explotación. La acción sobre las estructuras, porque las normas y leyes que rigen su funcionamiento excluyen la prioridad de la persona y, sobre todo, el servicio a los pobres. Frente a una praxis política estructural, encaminada a conseguir el control de los aparatos del Estado, para desde ahí imponer un determinado modelo de sociedad, se presenta una praxis política que busca construir una nueva sociedad imprimiendo un proceso liberador y humanizador en el corazón del hombre, en la sociedad y en todas las estructuras.

 

 

III. UNA NUEVA FORMACIÓN


La formación inherente a este proceso pretende conseguir que todos los obreros que lo realizan sean, al final del mismo, más obreros y más militantes porque asumen su historia, su presente y su futuro desde la Fe en Jesucristo; pero tiene la virtualidad de producir una fuerte experiencia humanizadora en aquellos que libremente no aceptan la llamada de la Fe.

 

La elaboración de estos planes de formación supone un esfuerzo permanente de diálogo con la historia, la cultura, las filosofías y las ideologías presentes en el mundo obrero para asumir toda la fuerza humanizadora y liberadora que hay en ellas; para rechazar aquello que es incompatible con la Fe -que suele ser lo que empobrece el patrimonio histórico del mundo obrero- y para aportar aquellos principios originales de la Fe cristiana que enriquecen su experiencia histórica. El resultado ha sido un conjunto de proyectos formativos, de métodos y técnicas que conforman una de las experiencias más ricas que se conocen, tanto en el mundo obrero como en la Iglesia.

 

 

IV. UNA NUEVA FE


El proyecto evangelizador que la HOAC ha formulado para realizar la misión que la Iglesia le encargó, cristalizó en una manera de vivir la Fe enraizada en la realidad concreta del mundo obrero para recrear en ella la experiencia del seguimiento de Jesucristo. Se rompe el dualismo entre Fe y vida para convertir toda la existencia en vida de Fe. El testimonio que brota de la encarnación y la comunión, de compartir la vida del mundo obrero origina una Fe cercana que se manifiesta en la vivencia de lo cotidiano; que convierte los problemas económicos, sociales y políticos, en problemas teologales, en ámbitos para manifestar el amor de Dios a los pobres y en mediaciones para recrear la propia experiencia de Fe. La oración y los sacramentos, celebrados en el seno de la Iglesia y vividos en la realidad del mundo obrero, originan una espiritualidad nueva que convierte lo cotidiano en vida sacramental para hacerlo presente, a su vez, en la oración y en los sacramentos. El resultado es una Fe cercana, compañera de trabajo, preocupada por cada minuto de la existencia de todos aquellos que son negados en su dignidad de persona y de obrero y vivida por el amigo y compañero de lucha y de trabajo.

 

 

V. UNA IGLESIA RENOVADA


El paso final de este proyecto evangelizador no es «llevar obreros a la Iglesia», sino hacer que los obreros sean los protagonistas del nacimiento de la Iglesia en su mundo. La Iglesia que ha nacido en el mundo obrero ha debido renunciar a todo aquello que le impedía se más fiel y, por tanto, ser más Iglesia. El mundo obrero presente hoy en la Iglesia ha debido renunciar a todo lo que le impedía construir la justicia como pilar de una nueva sociedad. El encuentro ha sido posible cuando la Iglesia se ha hecho más Iglesia y el mundo obrero más fiel a sus principios y aspiraciones. Esta es la lección que la historia nos deja para afrontar el futuro.

 

 

VI. MIRANDO EL FUTURO


La aportación histórica que la Iglesia, a través de la HOAC, ha hecho al mundo obrero, se presenta como una fuente de inspiración para el presente y el futuro del mismo. La situación del mundo obrero ha puesto en crisis las formas tradicionales que ha utilizado en la defensa de sus intereses; los problemas aunque tienen la misma raíz, son cualitativamente distintos y el contexto económico, cultural y político en que se producen exige soluciones nuevas que no acaban de aparecer. Pero a pesar de tantas diferencias con épocas pasadas, hay una radical igualdad en sus consecuencias: la economía y el trabajo sigue siendo el mecanismo generador de injusticia y productor de pobres en serie que siempre ha sido.

 

Habrá que buscar nuevas soluciones técnicas a los problemas planteados; será necesario inventar nuevas estrategias y tácticas para construir la justicia, pero ésta no aparecerá si no se produce un rearme moral y ético que fundamente una nueva concepción de la economía del trabajo y genere una nueva cultura solidaria.

 

La aportación que la Iglesia ha hecho al mundo obrero, adquiere en estos momentos una rabiosa actualidad. La centralidad de la persona y la primacía del trabajo; la necesidad de construir un proceso concienciador que genere una nueva generación de militantes obreros con profundas convicciones; la urgencia de construir proyectos alternativos al sistema; la preocupación prioritaria para elaborar los proyectos de formación necesarios y la fundamentación ética y moral de una nueva cultura obrera que supere la fragmentación y el corporativismo, son algunos de los aspectos que van a reclamar una atención prioritaria en los años venideros y sobre los que la Iglesia tiene una gran experiencia acumulada fruto de la Fe y de su encuentro en el mundo obrero.

 

La HOAC, con humildad y constancia, con esperanza y fortaleza, pretende seguir siendo instrumento de evangelización y lugar de encuentro y servicio para la Iglesia y el mundo obrero.

 

 

VII. LA DIMENSIÓN INTERNACIONAL DE LA IDENTIDAD ECLESIAL DE LA HOAC


La HOAC, como movimiento eclesial, siempre ha mantenido una inserción en la Iglesia particular en comunión con la Iglesia universal. De ahí que desde su origen a pertenecido a las distintas realidades internacionales de movimientos cristianos de trabajadores.

 

En la actualidad es miembro del Movimiento Mundial de Trabajadores Cristianos (MMTC), Organización Internacional Católica que forma parte del Consejo Pontificio para los Laicos. Movimientos de los distintos continentes están afiliados al MMTC desarrollando, de esta manera, la dimensión universal de su identidad eclesial.

 

Desde el año 1991 viene funcionando un fondo de solidaridad internacional dirigido a promover proyectos de formación cristiana de los trabajadores de los países del Sur. Además, a través de su difusión por los militantes de la HOAC, posibilita la sensibilización y concienciación de los trabajadores españoles ante la realidad de sus compañeros en otros países más pobres.

 

El Fondo de Solidaridad es una iniciativa que no pretende entrar en competencia con otras existentes de ayuda y promoción a estos países, sino que ha querido abordar una carencia, la colaboración con proyectos dirigidos a la formación y concienciación de los cristianos trabajadores para que, desde su fe, se impliquen en la transformación de su realidad.

 

VIII. LAS PUBLICACIONES DE LA HOAC


Desde sus comienzos la HOAC ha tenido instrumentos con los que llega a los ambientes obreros, para realizar su misión evangelizadora, intentando llevar la Buena Noticia del Evangelio al mundo obrero. Estas publicaciones pretenden:

·           Elevar la dignidad de los trabajadores a la dignidad de hijos de Dios.

·           Promover el desarrollo de la cultura y la conciencia obrera para que los obreros sean los protagonistas de sus vidas.

·           Facilitar que la Iglesia de Jesucristo surja en el mundo obrero.

 

En la actualidad estos medios de difusión son:

Ø      ¡TÚ!

A partir de 1992 la HOAC ha vuelto a reeditar el periódico «¡TÚ!». Nace esta publicación, que quiere ser una continuación adaptada a esta nueva época, con la intención de llegar a los hombres y mujeres de los ambientes obreros. Se trata de una publicación ágil y fácil de leer, y que con brevedad trata de profundizar en los hechos cercanos y cotidianos que vivimos, con el fin de promover y formar una conciencia social, cristiana y adulta entre los trabajadores.

Ø      NOTICIAS OBRERAS

Esta revista ha sido continuadora de las distintas publicaciones que ha tenido la HOAC. Tiene una periodicidad quincenal. A través de los distintos temas de actualidad que aborda, tanto eclesiales como socio-políticos y laborales, intenta ofrecer elementos de reflexión desde una perspectiva cristiana de la realidad.

 

«Noticias Obreras», como revista militante que es, se autofinancia con el esfuerzo de sus suscriptores y la ayuda de personas, organizaciones, comunidades religiosas… que valoran una publicación dirigida a discernir desde la fe la problemática que vive el mundo del trabajo.

Ø      EDICIONES HOAC

Esta editorial de la HOAC también tiene una historia en la evangelización del mundo obrero. A través de sus libros y sus cuadernos intenta abordar aspectos que son claves para la militancia cristiana hoy.

 

Ediciones HOAC es una muestra más de la preocupación constante que para la HOAC tiene la formación de los hombres y mujeres del trabajo. Una conciencia militante obrera cristiana que posibilite, desde las condiciones de vida y trabajo, ver la realidad, juzgarla desde la sensibilidad que genera la fe y actuar en ella para ir construyendo el Reino de Dios en el mismo corazón del mundo obrero.

 

 

IX. EL FUNCIONAMIENTO Y LA ESTRUCTURA ORGANIZATIVA


La Hermandad Obrera de Acción Católica es una organización de militantes que vive y se estructura desde su identidad de movimiento de Acción Católica. Es decir, es una comunidad que se organiza para llevar a cabo la misión evangelizadora, en concreto, en el mundo obrero.

 

En su estructura y funcionamiento intenta, como toda la Iglesia, hacer visible la comunión (todos son uno en Cristo) y la ministerialidad (existen distintos carismas y funciones, no todos hacen lo mismo). Esto se concreta en tener una vida y una acción evangelizadora comunitaria e intentando tener los bienes al servicio de la HOAC y su misión. Todo ello como expresión del Reino de Dios que anuncia a los trabajadores. Un ejemplo de la comunión de bienes es que sus presupuestos, tanto en el ámbito diocesano como general, se financian con la aportación de sus militantes y se elaboran con una intencionalidad claramente evangelizadora.

 

Los equipos son los ámbitos fundamentales de encuentro y vida de sus militantes, éstos tienen reuniones semanales de formación, revisión y discernimiento. La HOAC está inserta en la Iglesia local en vinculación con el Obispo diocesano. En cada diócesis existe una Comisión Diocesana que dinamiza y anima la vida de la HOAC, donde el presidente y el consiliario tienen el nombramiento expreso del Obispo. El órgano máximo de decisión en la diócesis es la Asamblea Diocesana donde cada militante tiene un voto.

 

En el Estado Español el órgano que dinamiza y anima la vida de la HOAC es la Comisión General. Ésta está formada por los presidentes diocesanos y la Comisión Permanente cuyos miembros tienen dedicación plena a la HOAC y residen en Madrid.

 

El órgano decisorio de la HOAC, a nivel general, es la Asamblea de militantes, que se celebra cada seis años y, entre tanto, cada año, se reúne el Pleno General de Representantes, donde los militantes participan a través de delegados.

 

 Publicado por a las 12:26